Dedico esta entrada a todos
aquellos que os habéis dado al gran placer de comer en los últimos días. A
todos aquellos que habéis sometido a vuestro sistema digestivo a un tour de
Francia gastronómico. A los que como yo, os “ponéis como el tenazas”.
Como aventuraba en la anterior la
entrada, en la boda hubo un menú exquisito y extenso (y unos novios muy
guapos). Y me consta que no dejamos atrás ni un langostino…
Porque no podemos engañarnos, en
nuestra sociedad la comida es el epicentro cultural, un bien social alrededor
del que construir nuestras relaciones personales (cenas con amigos, de empresa,
con nuestra pareja, comidas familiares…) Y aunque me encanta, siempre
reflexiono si eso es una herencia invisible de la posguerra o una satisfacción
hedonista propia de la Comarca. Nadie se crea que esa reflexión me corta demasiado…
Como amante del buen comer os
recuerdo que cuando la comida se pone en la mesa, no se ha de molestar a los
comensales.
Mantened el cuerpo sano y la
mente despierta.
PD: Hoy
he vuelto a escribir en pijama.
No hay comentarios:
Publicar un comentario