ESTUDIO DE CASOS
Ahora
que me he decidido a acabar el máster, voy a llevar a cabo lo que los teóricos
llaman una aplicación científica de un método cualitativo que nos permita
obtener conclusiones a través de un estudio de casos. Partimos de la siguiente
hipótesis: Uno es tan grande como lo son
sus sueños.
Si hay algo
que me defina es que soy un humanista. Por eso me gusta hablar tanto con las
personas, oír historias en primera persona o trabajar de cara al público,
porque el ser humano me fascina. Y nunca, nunca jamás, deja de sorprenderme. Sin
ir más lejos hoy un amigo me ha confesado que “desde que hay otros camareros, el calimocho del Karama ha empeorado”
¿Todavía más? Vivir para ver…
Uno es tan
grande como lo son sus sueños. Porque la verdad es que el tamaño de nuestra
persona (que no de nuestro cuerpo), lo marca el tamaño de nuestros sueños, las
medidas (o desmedidas) metas que guían nuestros actos.
Uno
es tan grande como lo son sus sueños. “En cuanto pueda me hago el máster de estilismo en Madrid, y luego
me gustaría ser peluquero de Telecinco”, dijo el aún aprendiz que rizaba el
pelo a mi novia en el salón de mi casa. ¡Olé! Un sueño verdadero, con
introducción, nudo y desenlace.
Uno
es tan grande como lo son sus sueños. “Me voy a dedicar a vender tablas de
surf, pero acabaré Arquitectura para tener un comodín en la vida”. Si ser
arquitecto es el comodín, va a vender hasta el Arca de Noé.
Uno
es tan grande como lo son sus sueños. “Ahora que llego frente al mar, me doy
cuenta que si hubiese nacido hace 5 siglos, hubiese sido exploradora”, dijo mi hermana cuando llegó al Cabo da Roca,
punto más occidental del continente europeo.
Y
estas tres personas son grandes. Grandes porque tienen sueños grandes que les
aportan grandes vocaciones y motivaciones, y a su vez, grandes ideas. Pobres de
nosotros, aquellos que tenemos sueños pequeños…
Iba
a cerrar aquí esta entrada, pero he tenido una precognición en la que una
persona con sueños pequeños (un gris y resentido pesimista) decía tras leer estos
casos: “Los sueños no siempre se cumplen”. Y aunque tiene razón, porque mi
hermana no puede nacer en el siglo XVI, no lo ha entendido. Que no se cumplan
los sueños no es bueno, pero lo realmente malo es no tenerlos.
Porque,
en mi humilde opinión, creo que no tener sueños empequeñece la mente, y las
mentes pequeñas, aún con las mejores intenciones, no dan buenos resultados. Para muestra un botón, en forma de video.
Por
eso yo os pido que os dejéis llevar por el ejemplo del futuro peluquero de Telecinco,
el surfero que nadaba pero guardaba la ropa o la “Vasco da Gama” del Siglo XXI,
y recapacitéis sobre lo grandes que son vuestros sueños. Y si además tenéis un
minuto, dejéis un comentario sobre ese sueño al burro que escribe.
Mantened el cuerpo sano
y la mente despierta.