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viernes, 22 de febrero de 2013

CUENTO



Me encantan los cuentos (dicen de mí que tengo mucho) y todo lo que los relacione. No puedo negar que toda historia contada o escrita que tenga un poco de fondo me acaba enganchando. Creo que la habilidad de narrar debería ser uno de los pilares de la educación como heredera de la oratoria griega.

            Un cuento es bueno porque traspasando la barrera de la ficción, desenmascara cosas de la realidad. Este hecho, por muy fantástico o abstracto que sea el cuento, es innegable. Como muestra tomemos el que consta como cuento más corto en lengua hispana, de Augusto Monterroso, de sólo 7 palabras: “Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí”.
            Hoy en día es más vigente que nunca. En un sistema democrático no entiendo como un dirigente puede soñar con negar la evidencia, no dar explicaciones y reunirse con los responsables europeos a puerta cerrada. No comprendo cómo deniega la entrada a los periodistas, no permite preguntas no pactadas, defiende a un empleado que despide a las cuatro horas y no profesa su actividad laboral con transparencia hacia sus jefes (todos nosotros).

            No se trata de partidos ni de ideas, se trata de un sistema y de una integridad nacional que debe de ser innegociable. Mi opinión personal (ojo, que cada uno tenga la suya), es que sólo trata de pasar el mal trago sumido en la narcolepsia social de cara a las próximas elecciones. Pero cuando llegue ese día y despierte de esta atrocidad democrática, el dinosaurio que la población formamos estaremos allí, y si somos medianamente reflexivos nos lo comeremos.

            Entonces la rueda volverá a girar y se reunirá con la junta de campaña electoral pidiendo ayuda.

            Si estoy equivocado con mi opinión, sólo cabe en mi mente la idea de que todo esté ya perdido, y que cada uno trata de apañar lo que puede en un país que se hunde irremediablemente. A juzgar por la actuación de la oposición, encaja este concepto de “para lo que queda del convento, me cago dentro”.

            Si esto fuera así, por lo menos podrían tener la decencia de los publicistas de un refresco carbonatado zero que dan el cambiazo en un avión. Al empezar el spot te pone en pequeñito: acción rodada ante notario. Diferentes reacciones. No basada en una encuesta de sabor

            Ese es el consuelo que me queda, una mentira ante notario.

Somos nosotros contra ellos.

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